Para los agricultores, el suelo es el principal activo para desarrollar su actividad y parte esencial sobre la que se basa una producción agrícola, de ahí la importancia de su análisis para poder conseguir los objetivos en un proceso productivo. Al igual que el análisis foliar y el análisis de agua de riego, el análisis de suelo constituye una herramienta informativa en la toma de decisiones en el programa de abonado y diseño del sistema de riego, así como la disponibilidad de nutrientes.

Este tipo de análisis, sirve para definir a través de un conjunto de determinaciones físicas y químicas tanto las características del suelo, como el contenido en elementos minerales asimilables por las plantas, para poder realizar todas aquellas enmiendas que sean necesarias para conseguir el objetivo de cualquier cosecha, la calidad.

Si queremos realizar un análisis, es muy importante desde el punto de vista de eficacia, la representatividad del mismo, por lo que es recomendable hacer una analítica por cada 15-20 Ha de superficie.

La toma de muestra constituye una etapa esencial, de la cual hablaremos en futuros posts.

¿Cúando es la época de toma de muestras? ¿y la periodicidad?

Todo depende del tipo de cultivo. Si un cultivo es anual, la época idónea es inmediatamente despúes de la cosecha, y en frutales y viña de noviembre a enero; siendo imprescindible en estas últimas plantanciones, realizar un primer análisis antes de la plantación (para la elección de portainjertos y abonado de fondo o plantación) y posteriormente otro cuando la planta esté en producción y después cada aproximadamente cuatro o cinco años.

En una parcela, no es necesario realizar un análisis todos los años. Es suficiente con hacerlo cada tres años.

En el caso de cultivos como el olivo, se recomienda repetir cada 5 o 6 años, ya que nos permitirá realizar un seguimiento de la evolución del contenido en los nutrientes que puedan afectar a la fertilización futura de nuestro olivar.

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